Y sangra sin ver
la herida de su boca,
que aún se guarda sin caudal
el río de la pasión.
Vislumbra un sol
el paisaje
y la razón dicta,
si la piedad existe
tendrá mi cabeza
y se irá en el ocaso
como el bravo huracán,
tal se fugó su espacio
y mis manos
(como si no la hubiesen amado)
para seguir llorando
de sus lados el milagro
y sus nunca jamás,
que del lucero se cayeron,
quedan fuera de mi.
Por ese misterioso decir
afónico,
no paro,
no entiendo,
suelo morir en el barro
mezclando mi agua
y sus miedos,
así los pájaros
se le vuelan del ruedo
y el mundo se le hace cadera,
para regalarle a la verdad
esta mentira
que reza:
desde hoy
ya no la pienso.
Y me parte en veinte mil pedazos
y me une en silencio,
y me clava a la cruz del olvido
persignándose en mi dolor,
porque sufrir
me enseñó a disfrutarla
y ahora no la necesito
ni a su deriva
ni sus credos
y a-mar
me suena a mar seco.
Veo el tiempo
cosido a sus agujas
y despunta este desierto,
ahora vivo enterrado
y vivo viejo,
no la necesito,
es verdad,
pero cuanto la quiero.
1 comentario:
Mi huella es recordarte siempre: escribir salva, geme....
Y por supuesto mi abrazo fraterno, desde il cuore...
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