jueves, 1 de enero de 2009

Ritual

Es el rito de esta extraña costumbre
sentarme a llorar tus ojos,
desgarrarme afónico
gritando tu nombre.

Morir en las tardes ausentes,
también lo es,
como lo es acariciarte en el vacío.

Es parte de ello:
desarmarme pensando,
explicarme que no,
que ya no te amo;
o tal vez si te amo;
pero solo para pintar paisajes

de esos que nunca tuvimos,

disfrutar de los hijos
que no se llamaron
y buscarles nombres a diario.

Exiliarme en tus gestos,


los de la zamba rasgada en tu boca.

Vivir en la presión endulzante
de tu mejilla en la mía.
y tus entrebrazos,
la caída
deviniendo en tu espalda sagrada,
colmando mis ocasos en tu calma.

Nacer en otra cama,
asquearme de la soledad
y vomitar espacios ácidos.

Lo conforman:
vueltas inexistentes,
soles que no alumbran
el cuarto menguante,
mi patria interior
adormeciendo
tu piel excéntrica
y tus notitas de mesa de luz

los barcos que tienen explicación
y un viaje eterno.

También incluye:
dos arpegios dolorosos
pensamientos aéreos,
la residencia del dolor
y los recuerdos,
el sitio efímero de los besos,
tu silencio condenado.

La huella de tus manos en mi carne
mi carne sin tus manos ni tus huellas,
borracheras enredadas en tu ruedo.

Y envuelve sobre todas las cosas:
A vos
a mi
las noches esas

estas lágrimas

y aquellas,
todo el daño

y un poco más,

tu eternidad
y mis necesidades,

mi necesidad de tus eternidades
y el desconsuelo.

Maldito sea este inventario protervo,
con superávit de sentimientos,
columnas de puñales
y esmeriles desbastando mi razón
y mis tiempos,

mis tiempos, que quedaron en default.


Safe Creative #0906114004302

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta el poema, no deja de fascinarme esa manera tan tuya de escribir

Daly* (Tal vez un día confiese) dijo...

Los suspiros a veces son inevitables,

cuando leo sus poemas
se dan como si tubieran vida,
es hermoso este poema como cada uno
que he leido de usted.

Por aki andare mas tarde.

Saludos.